ESPAÑA RETRATADA BAJO LA MIRADA DE GOYA

La película Esquilache (1989), de Josefina Molina, está ambientada en el reinado de Carlos III, una época retratada profusamente en la obra de Goya, quien trabajó como pintor de corte para el monarca. El filme se centra en los sucesos ocurridos en 1766, cuando el primer ministro Esquilache provocó una de las mayores revueltas sociales del siglo desatada por una serie de medidas reformistas que no fueron entendidas por la ciudadanía.

Aunque curiosamente Goya no aparece en la película, sus retratos y algunos de sus lienzos más emblemáticos -el famoso retrato de Carlos III cazador- sirvieron de fuente de inspiración para presentar el ambiente de palacio. El uso dramático del color característico del artista aragonés sirve además para dotar de fuerza a las escenas de acción, donde las masas se rebelan contra el poder real. Una apuesta decidida por la estética para recrear la luz de un siglo en el que las sombras amenazaban con apagar los destellos de una modernidad que era producto de la influencia extranjera. 
Además de inspirarse en Goya, las imágenes remiten a pinturas de otros artistas conocidos del siglo XVIII español como Luis Paret y Alcázar y a grabados de la época. La dirección artística es uno de los aspectos más cuidados de este largometraje, cuyos responsables (Javier Artiñano y Ramiro Gómez) precisamente se alzaron con el Premio Goya en este apartado y consiguieron un hito al lograr el permiso oficial para rodar en el interior del Palacio Real de Madrid tras casi medio siglo de estar cerrado para la realización de películas. 
Esquilache, encarnado por Fernando Fernán Gómez, era el ministro italiano de un Carlos III al que da vida en la ficción Adolfo Marsillach. El largometraje cuenta los motivos y el estrecho cerco que se crea entorno al ministro, víctima de un complot político contra su persona y que le condenó al exilio en un clima de desconfianza popular alimentado por la alta inflación y por una ardua polémica en torno a la moda, asunto que actuó como catalizador del malestar general.
La prohibición de vestir sombrero redondo de ala ancha y la capa larga española, prendas a las que se acusaba de favorecer la delincuencia al poderse cometer delitos estando tapados, enfrentó al pueblo con las autoridades. Los ciudadanos se negaban a usar el sombrero de tres picos -decretado obligatorio-, y exigieron la dimisión del Esquilache.
El filme narra los hechos desde la visión de su traicionado protagonista, un político que se mueve entre la hostilidad, la incompresión y la falta de apoyos salvo los de su fiel secretario y su joven sirvienta. El guión se inspira en un texto del dramaturgo Antonio Buero Vallejo.




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