¿POR QUÉ LA RADIO YA NO ES PROTAGONISTA?

¿El podcast mató a la estrella de la radio? Suena exagerado pero lo cierto es que el mundo de las ondas apenas aparece en el cine español actual. Quizás el cambio tecnológico experimentado en nuestros hábitos sonoros tenga algo que ver. Igual que arrinconamos la televisión por el menú a la carta de las plataformas, la radio ha perdido su atractivo para la pantalla grande. Encontrar protagonistas o historias ambientadas en una emisora es tarea imposible. Sus voces se han esfumado de la producción reciente.

Lejos quedan aquellos referentes de las películas clásicas en las que una España en blanco y negro vivía pendiente del transistor: la audiencia invisible que sigue la retransmisión de una cena solidaria en la que una familia "pudiente" -con todas las comillas que queramos ponerle- sienta un pobre a su mesa en Plácido (1961), de Berlanga. La ciudad paralizada que asiste expectante en la Puerta del Sol al Sorteo de Navidad de la lotería radiado por Matías Prats en Felices Pascuas (1954). O el ya célebre concurso de disfraces con Pepe Isbert vestido de esquimal y la llamada misteriosa a un ladrón que está robando una casa en la inmortal Historias de la radio (1955).


No queda otra que hacer un ejercicio de nostalgia para rescatar aquellos momentos de intimidad entre el locutor y sus oyentes que el cine ha recreado casi como un reflejo de la vida misma. Hoy, la intimidad escoge otras formas para mostrarse, se refugia en internet y se exhibe en las redes sociales. Aquella radio que apelaba a la escucha y la cercanía marcó históricamente a más de una generación y también se contó a través de la pantalla. La comunicación era tan fluida que algunas aportaciones que venían del celuloide saltaron a la realidad. ¿Por qué si no el formato de programa acuñado por José Luis Garci en Solos en la madrugada (1978) tuvo una continuidad en la emisión que con el mismo título y el mismo horario que su homónimo presentaría Josep Cuní años después?

Con una dialéctica desmesurada José Sacristán se enfrentaba a la vorágine de la actualidad en la película. Garci homenajea a esa radio de la apertura democrática que surgió en la España de la Transición. Un tiempo donde las ondas dieron espacio a la libertad de expresión, a la reflexión en voz alta y al relato de confidencias amparadas por el anonimato, el silencio de la noche y la soledad del estudio.

¿Qué cambiaría en los siguientes años? La normalización de la vida pública no acabó con el tono confesional de la franja de madrugada. El éxito de 'Encarna de noche' o 'Hablar por hablar' en las décadas de los ochenta y noventa tuvo su correlato cinematográfico en forma de comedia. Victoria abril se convierte en locutora nocturna de éxito en Escuela de seducción (2004), una parodia sobre los programas de llamadas a corazón abierto, en los que aconseja desde su posición de psicóloga especializada en los asuntos sentimentales.

Abril trabaja también en el equipo que responde al teléfono de una emisión radiofónica muy similar en el thriller erótico Entre las piernas (1999), donde los pasillos, la sala de control o lo que sucede detrás del micrófono cumplen un papel funcional dentro de la historia. Se usan para describir el ambiente en el que se mueven los personajes y aumentar la tensión sexual entre la actriz y su pareja de reparto, Javier Bardem. 

Todavía no había debutado en el dial Iker Jiménez con 'Milenio Tres' -el germen del que después saldría su equivalente televisivo-, cuando Agustín Villaronga puso a María Barranco en la frecuencia del terror con 99.9 (rodada en 1997). Otra presentadora, dedicada esta vez a desmontar el fraude que se esconde detrás de los fenómenos paranormales, hasta que recibe una cinta de vídeo que trastoca la visión racional con la que se enfrenta a este tipo de sucesos.  

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