MODA PARA TODOS LOS CUERPOS Y EDADES
¿Qué ocurre con los papeles que desempeña una actriz cuando alcanza la madurez? ¿Se refleja en cómo viste en sus películas? Los cuerpos no normativos y la edad no fueron un límite para que actrices muy populares del cine de los años sesenta pudieran escapar de los estereotipos e incluso mostrarse sexys o igual de elegantes que sus compañeras más jóvenes.
En un momento en el que el concepto de moda inclusiva quedaba muy lejos, ser mayor no era sinónimo de evitar las tendencias o de no buscar alternativas para destacar en la pantalla. Pero no nos engañemos, no era lo habitual. Hay algunos ejemplos de películas y actrices (escasos, la excepción nunca fue la norma en la España gris del franquismo) donde el vestuario desafió lo establecido. Veamos de qué manera.
Aunque mucho antes, en las comedias del desarrollismo, ya se habían ensayado esas rupturas. Llevadas por un humor absurdo, las producciones de la época modernizaron su aspecto jugando con la parodia e intentando provocar la carcajada del público.
La España de celuloide se enfrentó con una mezcla de risas y reservas al terremoto que el surgimiento de la moda juvenil había provocado en el mundo entero con la llegada de los años sesenta. Esta obsesión por lo joven -con su símbolo más reconocible, la minifalda- y el nacimiento del pret-à-porter inundaron el mercado con una completa gama de prendas y productos asequibles para todos. El empuje de esta nueva cultura pop alcanzó también al cine, que actuó como gran difusor de los nuevos comportamientos y actitudes, que venían marcados por un estilo más personal y cambios en la forma de vestir.
Adiós a la paleta monocroma (de blancos, grises o negros) que había marcado su guardarropa. El vestuario no escondía ni disimulaba sus cuerpos y resaltaba su figura. Al seguir los patrones que imponían las más jóvenes estos filmes lanzaban un mensaje adelantado a su tiempo, hoy plenamente normalizado: el poder de la moda para romper esquemas y su uso por todas las mujeres, sin que la edad, el peso o la diversidad suponga un límite.
Se trata de ejemplos puntuales que no consiguieron desviar sus trayectorias. Fue más fuerte el estereotipo al que estaban asociadas. El machismo de la industria, una sociedad todavía pacata y unos físicos no normativos las mantuvieron encasilladas.
Pese a ello en A 45 revoluciones por minuto (1969) un grupo de mujeres mayores crea un club de fans de un conjunto musical para quienes organizan una fiesta de bienvenida ataviadas con vestidos cortos, minifaldas y numerosos complementos de estética ye-yé. Protagonizan una secuencia alocada que insiste en ese planteamiento "aperturista" respecto a la vestimenta, recurriendo otra vez a Rafaela Aparicio y a otros rostros conocidos como el de Margot Cottens.
Otro nombre fundamental relacionado con la moda es Isabel Garcés, recordaba por acompañar a Marisol en sus grandes éxitos cinematográficos. Antes de esa enorme popularidad alcanzada fue una respetada intérprete de los escenarios durante más de tres décadas. Hizo su entrada en el cine con casi 60 años.
Su debut estuvo marcado por el genio de la alta costura, Cristóbal Balenciaga, su amigo personal. Ya la había vestido fuera y dentro de las tablas, y también lo hizo en su nueva etapa para la pantalla, diseñando personalmente el vestuario que luce en cuatro de sus películas. Fue la actriz a la que más veces vistió el maestro vasco, por encima de otras estrellas como Sara Montiel o Conchita Montenegro.